A los domingueros que utilizan la zona destinada para las barbacoas, se les unen de manera diaria los chiquillos que entran en sonoras motocicletas y a gran velocidad al recinto deportivo recientemente abierto en el parque.
Aquí no hay tolerancia que valga, se trata de civismo, se trata de que las autoridades municipales pongan fin a esta práctica tolerada. Esperemos no tener que lamentar en ningún un momento una desgracia personal de nadie para que entonces digan que no eran conocedores de tal práctica.